Datos Bibliográficos

Título: Tanta inteligencia, tan poco rendimiento
Autor: Pilar Vergara
Editorial: Aurum Volatile
Año: 2019 (4ª Edición)
Páginas: 134
ISBN: 978-84-120093-0-9
Valoración:
3/5

Autora de la Reseña

Núria Vila Terricabras: Óptico-Optometrista

Sobre el Autor del libro

Pilar Vergara: Se diplomó por la Escuela Universitaria de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense de Madrid en 1989 y por la Universidad de Granada en 1994. Master de Optometría y Terapia Visual  en el año 1993 por el Centro de Optometría Internacional. Profesora en numerosos cursos de formación continuada de Terapia Visual y optometría comportamental.  También trabajó en visión deportiva y con el equipo olímpico de tiro de España.

Resumen

Este libro fue editado por primera vez en 2008, pero la reseña del mismo es sobre la cuarta edición. El objetivo que persigue es dar a conocer la función del optometrista comportamental como miembro de un equipo multidisciplinar para tratar pacientes con problemas de aprendizaje, no debidos exclusivamente a un problema visual.

Primero, hay que tener en cuenta que vista y visión no son sinónimos. La vista forma parte de la visión. La vista es el proceso relacionado con la información que reciben los ojos, y se corrige compensándolo con unas gafas. En cambio, la visión es la interpretación que hace el cerebro de la información que envían los ojos. Así pues, la visión engloba un conjunto de habilidades visuales, las cuales son esenciales para el aprendizaje. Hablamos de la agudeza visual, el control de los movimientos oculares (lo cual resulta fundamental para la lectura, ya que se pueden tener unos músculos oculares en buen estado, pero no saberlos mover o controlar), el enfoque, la binocularidad, la coordinación ojo-mano, la percepción visual… Por ello, la base para entender las dificultades reales que presenta el paciente consiste en comprender la diferencia entre vista y visión. Por lo tanto, en cualquier examen visual completo hay que valorar la visión lejana y cercana.

Ante la sospecha de un problema visual hay que acudir a dos profesionales de la visión que se complementan entre sí: el oftalmólogo y el óptico-optometrista. El trabajo del optometrista comportamental no es solucionar los problemas de aprendizaje, sino tratar las disfunciones visuales que interfieren en el aprendizaje a través de varias herramientas, la más importante de ellas es la terapia visual, ya que la visión se desarrolla y se aprende, por lo tanto, es posible entrenarla.

Este libro muestra la importancia de la realización de exámenes optométricos completos, ya que, en muchos casos, la valoración es muy básica y superficial, y esto deriva a diagnósticos erróneos o problemas que quedan sin detectar. También refleja que tener problemas de aprendizaje no es sinónimo de menor capacidad intelectual, porque una mala coordinación de los ojos puede provocar un bajo rendimiento escolar, a pesar de ser inteligente.

La terapia visual no solamente es válida para aquellos pacientes con dificultades visuales, sino que puede ser de gran utilidad para potenciar cualquier habilidad visual. Se debe tener en cuenta que las principales causas de los problemas visuales es que no se utilizan los ojos para aquello para lo que fueron diseñados. La vida de nuestros antepasados exigía que los ojos estuvieran preparados para visión lejana, tridimensional y para seguir objetos en movimiento; pero, actualmente, nuestras exigencias laborales y sociales obligan a los ojos a hacer todo lo contrario: visión cercana y en 2D. Este cambio provoca un estrés visual, por lo tanto, nuestro sistema visual funciona de forma menos eficiente. A consecuencia de este nuevo estilo de vida, los ojos pierden funcionalidad y se acelera la aparición de miopía funcional o escolar acompañada de cefalea, molestias en los ojos, etcétera.

Este libro también hace hincapié en la idea de que la terapia visual ayuda a los pacientes que tienen dificultades en el rendimiento escolar o en el deporte, especialmente en los de pelota, porque es necesario saber moverse en el espacio, hacer planificaciones visuales y tener buena visión periférica.

Opinión

Además de ser un libro divulgativo con un lenguaje simple y claro, expone casos reales de pacientes de varias edades con diagnósticos diferentes con su tratamiento correspondiente, con el que todos experimentaron una mejoría en sus vidas.

Como conclusión, remarcaría que hay que tratar al paciente de forma integral, no sólo pensando en sus ojos, sino también en su cerebro y experiencias. Hay que tener en cuenta que el problema puede que no sea solamente visual, y haya que tratarlo junto a un equipo multidisciplinar. Un ejemplo muy claro es que la mayoría de niños están sometidos a una constante presión y perfeccionismo, entonces, aquellos que presentan dificultades en el aprendizaje debidos a problemas visuales, se sienten inferiores e inseguros, bajo un estrés que altera su sistema nervioso. A veces, se encuentran casos diagnosticados erróneamente, por ejemplo, pacientes con TDA cuando en realidad lo que tienen son problemas visuales que quedan enmascarados por falta de motivación, por ejemplo. El bajo rendimiento escolar puede estar causado por problemas visuales, afectando negativamente al potencial académico, y esto repercute en que muchos niños sean etiquetados como “vagos”.

Estoy de acuerdo con lo mencionado por la autora sobre el estilo de aprendizaje, a mayor estimulación, hay más canales de aprendizaje funcionando óptimamente; y, en consecuencia, al paciente le será más fácil aplicar una atención dividida y realizar más de una actividad a la vez. También es importante ofrecer refuerzo positivo para evitar bloqueos y dificultades para seguir avanzando.

Dado que el fracaso escolar es una de las principales preocupaciones en nuestra sociedad, se debería considerar la opción de hacer cribados visuales completos y así, no intentar solucionar los síntomas de los pacientes, sino buscar la causa que los origina para poder tratarla y corregirla mediante un programa individualizado de terapia visual.

 

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